La Paz, 4 mar.- Imainalla casanqui, solía decir al saludar a sus alumnos a tiempo de comenzar las clases; wallejlla, respondían invariablemente los educandos en un encuentro que se sabía cotidiano y pleno de amistad.
Que esto pase en cualquier ciudad de Bolivia no sería nada extraño, pero que ocurra en la secundaria Garfield de Los Ángeles, en los Estados Unidos, eso sí ya tiene algo de extraño o, cuando menos, llamativo.
Que alumnos de las grandes preparatorias, pagadas por supuesto, dieran exámenes sobresalientes para ingresar a la universidad no tiene nada de raro y nadie se atrevería a poner en duda sus capacidades, precisamente porque son estudiantes de prestigiosas preparatorias pagadas, a partir de ese hecho tener una duda sería poco menos que un sacrilegio en un sociedad como la estadounidense.
Pero que alumnos de una preparatoria estatal, que además se sabe que tiene un "venturoso" destino marcado como empleados de poca categoría intelectual den un examen brillante para tratar de ingresar a la universidad, eso sí es motivo de sospecha y se debe investigar.
¿Cómo era posible que esos muchachos, dedicados hasta hace poco a otras actividades, en algunos casos non santas, que además tenían la sospecha de que los libros mordían, estuvieran a la altura, incluso por encima, de quienes buena parte de juvenil vida se dedicaron a estudiar? Hasta la pregunta es larga.
La respuesta llegaría de la mano del genio formativo del educador boliviano (paceño para mayores referencias) Jaime Escalante, quien cambió en el país más importantes del planeta la forma de enseñar y cual si fuera un personaje del libro "El Hombre que Calculaba", escrito por Malba Tahan, se dedicó a la tarea de hacerles entender a quienes la sociedad tenía marcados con epítetos poco laudatorios, que las capacidades son las mismas en todos los seres humanos y que solo había que activarlas de manera adecuada; una vez entendido esto, el cálculo infinitesimal representa el mismo problema para quien estudio pagando o para quien recibe instrucción gratis porque el Estado tiene la obligación de hacerlo.
Como todas las historias increíbles su lucha por tratar de que se entendiera su filosofía y manera de trabajar tropezó con variados problemas (donde menos le creyeron, obviamente fue en Bolivia) y se vio obligado a emigrar para poner sus planes en acción.
A tal extremo llegó la decidía y el "nomeimportismo", además de la infaltable envidia en Bolivia, que incluso cuando ya era un hombre reconocido en los Estados Unidos, asesor de un presidente en la Casa Blanca y había sido motivo de una película en la meca de la filmografía mundial, Hollywood, los únicos que no le dieron ni el saludo cuando volvió al país fueron sus colegas que lo ignoraron olímpicamente y le hicieron sentir que la indiferencia mata. Pese a todo, siempre estuvo dispuesto a prestar su colaboración, sin costo alguno.
Es tal el impacto de su personalidad que James Edwar Olmos, el actor que lo personificó en el film "Con Ganas de Triunfar" y fue nominado al Oscar, está ahora al frente, junto a sus alumnos de ayer, hoy reputados profesionales en distintas áreas, de una campaña que pretende salvarlo del cáncer que lo aqueja y que demanda mucho dinero, como no podía ser de otra manera en los Estados Unidos, donde la salud pública no es una de las prioridades.
De infaltable gorra (ésa que parece parte indisoluble de su cuerpo), desde los tiempos del Colegio San Calixto de La Paz, ha llevado su discurso a todos cuantos le han querido escuchar y lo más destacado de él es su forma de enseñar "que tiene la simpleza de los genios que hacen sencillo lo que parecen tan difícil" llegaría a decir uno de sus alumnos que hoy presta servicios nada más y nada menos que en la NASA.
A pesar del la mala noticia de saber que tiene un cáncer y que los médicos le han dicho que no le dan más de tres mese de vida, Kimo, como popularmente se lo conoce, a sus 81 años, pelea como siempre lo hizo contra viento y marea buscando una solución alternativa a la oficial para salir del grave problema de salud que lo aqueja.
Tanto en los Estados Unidos como en Bolivia se ha iniciado una campaña a favor de Jaime Escalante que necesita de forma urgente cerca de cien mil dólares (quienes quieran aportar algo a favor del profesor pueden hacerlo al teléfono 626-793-5000, como informa en su edición de hoy el matutino "La Prensa ") y cuando la noticia corre ya por todo el planeta, cabe la seguridad de que a pesar del mal momento por el que pasa, el "profe" Escalante sigue preguntando calurosamente, en ese también cálido idioma que es el quechua, como están todos y la respuesta no será otra que bien, como quisiéramos ver siempre al boliviano que personifica al "Hombre que calculaba".(ABI)