En 1927, cerca del antiguo Polígono de la Aviación, que por ese entonces estaba ubicado en inmediaciones de la Ceja, se produjo el último fusilamiento en Bolivia. Ese día, Alfredo Jauregui fue ejecutado por el presunto asesinato del expresidente José Manuel Pando en 1917, en El Kenko. Aquel pasaje de la historia quedó inmortalizado en el documental “El bolillo fatal”, restaurado por la Cinemateca Boliviana.
Los historiadores Randy Chávez y Johnny Fernández, y una reseña del diario La Razón de ese año dan cuenta que la ejecución se produjo en un Polígono de la Escuela Militar de Aviación, que por esos años estaba ubicado cerca de la Ceja. “El polígono estaba en unos antiguos terrenos de la aviación, cedidos en 1923, cerca de lo que ahora es la Ceja”, confirma Chávez.
Por su lado, Fernández ratifica que aquel fusilamiento efectivamente “se realizó en los alrededores de la Ceja”, un sector que hoy forma parte del Distrito 1 de El Alto. Por su lado, el diario La Razón de esa época, que tuvo a un periodista desplegado para esa cobertura de la ejecución penal, confirma que el evento fue el Polígono de la Aviación Militar. “(…) después de ser trasladado de San Pedro, al lugar de la ejecución, en el polígono de la aviación”, refrenda el medio escrito sobre el fusilamiento que se produjo el 5 de noviembre de 1927.
“El bolillo fatal”
“El bolillo fatal” o “El emblema de la muerte”, así se llama el documental que el cineasta Luis Castillo filmó en noviembre de 1927 sobre el último fusilamiento en Bolivia.
El documento que dura 15 minutos fue encontrado en 2012 y luego restaurado en México a pedido de la Cinemateca Boliviana. “La película es de nitrato, estuvo perdida 85 años y la mandamos a restaurar en México”, menciona la directora de la Cinemateca Boliviana, Mela Márquez.
En 2012, el apellido Jáuregui reapareció en los periódicos de Bolivia recordando la fatídica muerte de Alfredo, acusado por la muerte del expresidente José Manuel Pando, en 1927.
¿Qué sucedió con Pando?
El 20 de junio de 1917 fue descubierto en el barranco de Huichincalla, Achocalla, el cadáver de José Manuel Pando, el expresidente de Bolivia (1899-1904).
Según las crónicas de la época, el general Pando llegó la tarde del 15 de junio a una tienda de propiedad de Dolores, una pobladora en El Kenko, después de volver de su finca en Catavi. Unas horas después, el expresidente falleció en ese predio y su cuerpo fue echado en el barranco.
Las autoridades judiciales de entonces dispusieron la aprehensión de Alfredo Jáuregui, de 16 años, su hermano mayor, Juan; el tío, Néstor Villegas y el telefonista y guardavía de la línea de El Kenko a La Paz, Simón Choque. El caso Pando estuvo en la justicia durante 10 años.
Las personas que testificaron ante el juez aseguraron que el militar murió apaleado por los que se encontraban en el local de Dolores, entre ellos, sus dos hijos. Uno de los testimonios clave fue el de Pablo Fernández, que era sordomudo y para interpretar su declaración, el juzgado llamó a otro habitante de la zona, José Calasanz Cuevas, “quien durante mucho tiempo había tenido a su servicio un doméstico sordomudo, por lo que encontraba facilidad suficiente para entenderse con el testigo en cuestión”.
Los sospechosos pasaron 10 años en la cárcel, pero Alfredo fue fusilado el 5 de noviembre de 1927.
La sentencia a Alfredo Jáuregui
Así describió la antigua La Razón, el 25 de octubre de 1927, los pormenores de la sentencia al más joven de los cuatro acusados:
En aquella época, el Código Penal en Bolivia disponía que si los sentenciados eran menos de 10, sólo moriría uno de ellos y sería el azar el encargado de determinar cuál.
“Aparatoso y emocionante fue el sorteo de los presos. El bolillo siniestro le tocó a Alfredo Jáuregui”, fue el titular de la crónica del periódico.
El hermano mayor, Juan; su tío Villegas y el telefonista y guardavía Choque, en ese orden, sacaron del ánfora los salvadores bolillos blancos. Antes de meter la mano en la urna, en último lugar, Alfredo ya sabía que la suerte estaba echada.
El documental “El bolillo fatal” muestra el momento de la lectura de la sentencia en el panóptico de San Pedro, la protesta de Alfredo Jáuregui, el traslado a El Alto y la ejecución ante una muchedumbre. En ese momento se dijo que unas 6.000 personas presenciaron el fusilamiento.
Pando murió por derrame cerebral
En 1978, el diario Última Hora publicó el libro: “Vida y muerte de Pando”, del escritor Ramón Salinas Mariaca, que reveló la verdadera causa de la muerte del Presidente Pando.
Salinas narró el encuentro con uno de los principales procesados del caso Pando: Néstor Villegas, el tío de los hermanos Jáuregui. Él ya era un anciano y ya no era aquella persona que en 1927 se libró de la muerte al elegir el bolillo blanco.
Villegas estaba enfermo y en cama. Salinas escribió así la declaración de del tío de Jáuregui: “Antes de morir doctorcito (Salinas), he querido confesarme con usted, lo he hecho llamar para confesarle que nosotros, los cuatro sentenciados en el proceso, no hemos matado al general Pando, sólo el destino y los políticos nos han puesto en esta brecha”.
El anciano contó cómo el general Pando llegó a la casa de Dolores, la madre de Alfredo y Juan, para comer algo y luego proseguir el camino. “Le hicimos ver que empezaba a nevar y ya estaba oscureciendo, él insistía en irse, en eso salió mi mujer y dijo que tenía listo un caldito de cordero y le rogó que volviera.
El General, que ya tenía un pie en el estribo, regresó a la tienda. Efectivamente, en la mesita de la tienda había un plato de caldo humeante y mi compadre se sacó la bufanda y se preparaba para sentarse cuando nos sorprendió, vimos que blanqueaba los ojos, se ponía rígido y tieso y sin hablarnos cayó al suelo. Mi sobrino Juan era barchilón (curandero), le tomó el pulso y nos dijo que estaba muerto; en nuestra borrachera resolvimos sacar al General de la tienda e ir a tirarlo a un barranco a fin de que no nos culpen de su muerte”, relató Villegas al escritor Salinas en el libro: “Vida y muerte de Pando”.
Mariano Baptista Gumucio, que por años fue director de Última Hora y que publicó aquel libro ratificó en 2019 en una entrevista con Sandro Velarde que “Pando cayó muerto (en la casa de los Jáuregui) de un derrame cerebral”.
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